(…) en el caso de Daniel Cros la atracción de la que antes hablaba, destaca en todas y en cada una de sus canciones, alcanzando -al menos para mí- niveles de irresistible seducción. Las canciones de Daniel rebosan alma, latido, vida vivida, lágrimas, soledades, palabras con sabor dulce y salado, derrotas, amores curativos y saludables, contradicciones e incluso insensatas cobardías que amordazan al corazón y atan el aire libre que nos ayuda a vivir. – Fernando González Lucini